Fabiola Caballero
Para desempeñar el oficio de merenguero se debía tener suerte, fortuna para vender y no perder la mercancía en un caprichoso juego de azar, así lo dicen los que ejercen esta tradicional labor en Ixtacuixtla, lugar de merengueros, en Tlaxcala.
Don Irineo Mota Pineda, uno de los comerciantes más longevos de este dulce típico, tenía 20 años cuando inició en el negocio, primero en su tierra y luego en la Ciudad de México. Allí se hizo famoso por su estilo dicharachero de vender.
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Al grito de ¡Hay merengues…van a querer o los tiro! recorría largos trayectos en las colonias más concurridas de la ciudad logrando vender, en la mayoría de las ocasiones, toda su mercancía.
En los años 60 vendía “tablas” repletas de merengue, hecho de pulque, claras de huevo y azúcar glas. Golosinas que, en aquella época, costaban 40 centavos y también era muy común se cotizaran según la suerte de un volado.
“Sencillo o doble”, era la invitación a jugar y ganar dos merengues por el precio de uno o a pagar dos veces el mismo merengue, en caso de perder.
“Hay veces que ni me cansaba en vender mi merengue porque jugaba la tabla completa con mis clientes… pero la suerte y Dios siempre estuvieron de mi lado”, expresa don Irineo.
Hoy en día, el precio por un merengue es de 12 pesos y cada vez es menos común utilizar el azar como moneda de cambio.
Hace tres años, Irineo Mota abandonó el oficio que por más de 40 años sostuvo a su familia, debido a su avanzada edad y el poco interés de la gente al consumir el merengue en su tierra natal.
Poca inversión, mayor ganancia
Así como don Irineo, en el municipio hay más de 50 familias dedicadas a la elaboración y venta de esta artesanía, asegura Marcos Rodríguez, merenguero desde los 14 años.
Lo anterior debido a su poca inversión en materia prima y un margen de ganancia del casi 80 %, pues para la elaboración de 150 piezas se invierte, si acaso, 200 pesos y se le gana alrededor de mil 500 pesos.
Añadió que sus principales puntos de venta son Puebla y la Ciudad de México, “aquí en Tlaxcala casi no se consume… por ello tenemos que viajar cada fin de semana a la ciudad”.
Precisó que, aunque pareciera que es un dulce atractivo para los niños por sus colores y sabor azucarado, sus clientes potenciales son las personas mayores, esto muy posiblemente por su sutil sabor a pulque.
Por otra parte, coincidió en que la tradición de los volados está casi extinta, “son pocos los que aún prueban su suerte, antes, cuando el merengue estaba a 40 o 50 centavos, era más fácil que te pagaran, ahora la piensan dos veces antes de aventar la moneda”, finalizó don Marcos.
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