Por Viridiana Saavedra Ponce
La torta ahogada es sinónimo de Guadalajara, pero aquí también hay de tortas a tortas. Los condimentos, el birote, la salsa, comerlas de pie o en bolsa, pueden ser la diferencia.
Y es que el platillo se convirtió en uno de los más tradicionales de la capital jalisciense y encanta no solo a quienes viven en Guadalajara sino también a sus visitantes que no pueden irse sin visitar la Plaza de los Mariachis y comerse una torta ahogada. Por eso es tan común encontrarlas prácticamente en cualquier parte de la Perla Tapatía.
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El origen de la torta ahogada
Son dos las versiones: una tiene que ver con un trabajador que al llegar a casa luego de su jornada de trabajo encontró un birote salado, carnitas, frijoles, salsa picante y decidió hacerse una torta; y la otra señala a Don José, el de la Bicicleta, como el creador del manjar tapatío quien empezó a bañar primero los taquitos dorados y después las tortas de carnitas.
Lo que es un hecho es que las tortas de Don José el de la Bicicleta son de las más reconocidas en la ciudad y han trascendido por décadas en el barrio de Mexicaltzingo, cercano al centro de Guadalajara, donde la tradición de vender tortas ahogadas comenzó en 1960, es decir, hace 62 años.
Como él, hay otros torteros que han adquirido fama en Guadalajara y algunos de ellos incluso abrieron sucursales en otras partes del país y en Estados Unidos.
Uno de ellos Toño el de Las Famosas, que pasó de ser camionero a tener una veintena de sucursales; las Tortas Toño, que como casi todas las historias de torteros exitosos en la ciudad, comenzó vendiendo en un pequeño puesto de metal y ahora tiene sucursales en las colonias de mayor plusvalía de Guadalajara; las de El Rika, con 46 años vendiendo en sucursales y puestos distribuidos en prácticamente toda Guadalajara, así como otros muchos torteros que emprendieron afuera de su casa o en una esquina y se volvieron del gusto de sus vecinos.
¿Qué debe llevar la torta ahogada?
El platillo que distingue a Guadalajara en el mundo es a base de birote salado -puede ser la diferencia- y solo en la capital jalisciense puede elaborarse debido a un tema de presión atmosférica que permite sólo a los hornos tapatíos hornear el pan perfecto para que al remojarlo con la salsa de jitomate y el picante no se desbarate.
Sin embargo aunque el birote salado se puede hornear solo en Guadalajara, también la salsa -otro factor- forma parte importante del platillo y es la que logra que encante o no a los comensales; seguido de las carnitas de cerdo, los frijoles que se le untan, la cebolla desflemada y los limones.
Hay quienes acompañan las tortas ahogadas con tacos dorados, casi siempre de frijoles, papa o requesón, éstos acompañados además de col y en ocasiones de pepinos picados.
Las tortas ahogadas pueden costar entre 30 y 70 pesos, dependiendo del establecimiento y la colonia donde se compre.
Tortas de camarón o pollo
Aunque las tortas ahogadas originalmente comenzaron a hacerse con carnitas de cerdo o en su caso con buche, hay torteros que han innovado y para quienes no comen la conocida “carne roja” incorporaron en sus menús las tortas de pollo o de camarón, éstas últimas muy solicitadas sobre todo en la Cuaresma, cuando algunos católicos evitan comer carne.
Para el caso de las tortas ahogadas de camarón, la salsa no es la misma que la de carnitas y también cuentan con una salsa especial igualmente a base de jitomate, pero un poco cremosa que también encanta al paladar de los amantes de las tortas ahogadas.
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