Si eres fan del ramen, probablemente te imaginas un bowl con un caldo humeante en algún rincón de Tokio, no en medio del bullicio de San Juan de Dios, el mercado más emblemático de Guadalajara. En el local 633, entre murales de anime y el aroma de camarones empanizados, Sammy Nakashima ha creado algo único, un ramen que mezcla la esencia japonesa con el alma mexicana. Además incluye tocineta, porque claro, aquí somos de “lo grasosito y picosito”.
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San Juan de Dios es mucho más que un mercado; es un caleidoscopio cultural donde encuentras desde fayuca hasta artesanías tradicionales, pasando por comida que despierta el hambre. En su segundo piso, entre puestos de antojitos tapatíos, destaca Junichi, el local de Sammy; un chef que sirve ramen, y también lleva la fusión de dos culturas, la japonesa de su madre y la mexicana de su padre.
Todo comenzó como un experimento, Sammy confiesa que en 2017 empezó a preparar ramen de bolsita para sus comidas personales. La curiosidad de sus clientes hizo el resto, “La gente llegaba, me preguntaba qué estaba comiendo, y así empecé a vender ramen. Ese fue mi éxito”, recuerda entre risas. Hoy, su ramen es artesanal, y su sabor refleja las mejores tradiciones culinarias de ambos mundos. Según Sammy, “a un mexicano le gusta lo picosito, grasosito y abundante, mientras que a un japonés le gustan los sabores fuertes y secos. Yo metí los sabores y lo fusioné”.
Qué lo hace tan especial
En Junichi, el ramen se prepara con dedicación y un toque de creatividad. El favorito del menú es el ramen de tocineta, un plato que combina un caldo intenso al estilo japonés con ingredientes que rinden homenaje a los antojos mexicanos. Cocido durante horas, extrae cada gota de sabor, mientras la tocineta crujiente agrega un toque audaz que abraza el gusto por lo reconfortante. Las especias y chiles redondean el perfil, ofreciendo un picor controlado que eleva la experiencia sin abrumar.
Aunque el ramen es la estrella del local, no es lo único que hace de Junichi un destino obligatorio. También ofrecen sushi, camarones empanizados rellenos de queso crema y yakimeshi, platillos que complementan la experiencia y atraen tanto a foodies locales como a turistas curiosos. La decoración del lugar, con posters y murales de personajes orientales, añade un aire auténtico y divertido, mientras el bullicio del mercado te recuerda que estás en Guadalajara, no en Kioto.
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El ramen de Sammy se ha ganado el corazón de los tapatíos y también ha recibido reconocimiento por su fusión de sabores. En cada tazón encuentras una celebración de dos culturas que, aunque diferentes, encuentran un punto común.