El mole poblano tiene la habilidad mágica de juntar a la familia, despertar recuerdos y hacer llorar a los extranjeros con su sabor intenso (y no es por el chile). En esta ocasión, este platillo conquistó paladaress en la sexta edición de Sabores Migrantes Comunitarios, donde fue galardonado como una de las 13 mejores prácticas culinarias de las comunidades iberoamericanas.
Detrás de esta hazaña está Sergio Lima Castro, originarie de San Simón, Yehualtepec, Puebla, que ahora reside en Costa Rica. Sergio inscribió este platillo como un homenaje a su comunidad natal, destacando cómo el mole no es solo un guiso, sino también un ritual lleno de identidad, resistencia y memoria colectiva.
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El sabor de la migración
Sabores Migrantes Comunitarios, organizado por IberCultura Viva, IberCocinas e Iber-Rutas, celebra las historias detrás de las recetas que migran junto con sus autores. Este certamen invita a personas mayores de 18 años de origen iberoamericano, que vivan en un país distinto al de su nacimiento, a compartir sus recetas. La sexta edición premió propuestas de Bolivia, Colombia, Ecuador, El Salvador, México, Perú y Venezuela, con participantes viviendo en países como Argentina, Brasil, Costa Rica, España y Perú.
Sergio presentó su receta a través de un video en el que explicó el significado del mole poblano dentro de su experiencia migratoria. En su comunidad de origen, preparar mole es un evento que une a las familias, involucrando más de 20 ingredientes y horas de trabajo que combinan tatemado, molido y guisado. En Costa Rica, Sergio ha continuado esta tradición, compartiéndola con personas de diferentes nacionalidades, quienes se han sorprendido con la complejidad y el sabor único de este platillo.
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Una receta con historia
Según Sergio, cada cucharada contiene resistencia y memoria, especialmente en el contexto de su vida como migrante en Costa Rica. Este platillo es una forma de conectar con su raíz y, al mismo tiempo, tender puentes con su nueva comunidad.
La propuesta fue reconocida como una buena práctica de cocina migrante comunitaria iberoamericana, un logro que también incluyó un incentivo económico de 600 dólares. Pero el verdadero premio, según Sergio, es la oportunidad de compartir una tradición que simboliza mucho más que comida.
El concurso Sabores Migrantes Comunitarios tiene como objetivo destacar cómo las prácticas culinarias pueden fomentar el diálogo intercultural y fortalecer la identidad de las comunidades migrantes. Este año, más que nunca, demostró que la cocina es una herramienta poderosa para conectar culturas, romper barreras y construir historias colectivas.