Cada 6 de enero, los hogares mexicanos se llenan del aroma dulce y cítrico de la Rosca de Reyes, un pan que simboliza la llegada de los Reyes Magos; el cual esconde pequeñas sorpresas en su interior. Sin embargo, más allá de la emoción por descubrir al “Niño Dios” y la promesa de tamales el Día de la Candelaria, existe una realidad innegable, algunos ingredientes de la rosca no son precisamente los favoritos de todos.
El membrillo y las tiras de ate, con sus colores vibrantes y textura gelatinosa, adornan la superficie de la rosca, pretendiendo ser las joyas en la corona de los Reyes Magos. No obstante, para muchos comensales, estos dulces se convierten en obstáculos a sortear en cada rebanada. La pregunta es inevitable, ¿por qué estos ingredientes generan tanta aversión?
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¿Héroes Incomprendidos?
El ate, especialmente el de membrillo, tiene profundas raíces en la gastronomía mexicana. Durante el siglo XIX, en Morelia, este dulce se consolidó como un producto emblemático, gracias a la labor de empresarios como Ignacio Martínez Maciel, cuya dulcería “El Paraíso” obtuvo reconocimientos internacionales en exposiciones universales de París y Chicago. Este auge no solo posicionó al ate como un referente local, sino que también lo integró en tradiciones nacionales, como la decoración de la Rosca de Reyes.
El membrillo, fruto del cual se elabora el ate, es una fuente rica en fibra, taninos y ácidos orgánicos como el málico. Estas propiedades le confieren beneficios astringentes y favorecen la eliminación de ácido úrico. Además, su contenido de potasio es esencial para la actividad muscular y el equilibrio hídrico celular. A pesar de estos aportes saludables, su transformación en ate implica la adición de azúcares, lo que puede disminuir su atractivo para quienes buscan opciones menos dulces.
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La dualidad de la tradición
La Rosca de Reyes es un mosaico de simbolismos. La forma circular representa el amor eterno de Dios, mientras que las frutas confitadas, como el ate, simbolizan las joyas de las coronas reales. Sin embargo, la percepción de estos ingredientes ha cambiado con el tiempo. Para algunos, las tiras de ate son un recordatorio de tradiciones pasadas; para otros, son elementos prescindibles en busca de sabores más contemporáneos.
Asimismo, la repostería actual ha dado paso a versiones de la rosca con rellenos de crema, chocolate y frutas secas, desplazando en ocasiones al tradicional ate de membrillo. Esta evolución responde a los gustos cambiantes de los consumidores, pero también plantea una reflexión sobre la preservación de las costumbres culinarias.
Antes de retirar las coloridas tiras de tu próxima rebanada de rosca, considera la historia y el significado que encierran. El ate de membrillo no solo aporta un toque de dulzura y color, también son un vínculo con generaciones pasadas y con la rica herencia gastronómica de México.