Por Alma Quiroz
Los usos y costumbres en los pueblos de México son tantos y tan diversos que en Aderezo quisimos indagar sobre algunos por medio de una serie de notas; reportajes por parte de los reporteros OEM donde se conocieran las dinámicas para despedir a los difuntos. No solo para recibirlos con ofrendas por Día de Muertos, sino aquellos rituales e intercambio de sabores que se tienen durante un sepelio. Así viajamos directo a Naolinco, Pueblo Mágico de Veracruz, donde el acompañamiento a las familias cuando hay un duelo es mayoritario por parte de sus pobladores, quienes acuden en familia a expresar sus condolencias. Tamales, té, café y pan son parte del ritual gastronómico que tradicionalmente siguen los naolinqueños durante los ritos fúnebres de un velorio y novenario para sus difuntos.
Este sitio, ubicado en la zona montañosa central de Veracruz, tiene profundas costumbres con ritos funerarios. Su máxima tradición es durante Todos Santos, cuando miles llegan a la tradicional cantada a sus muertos. Acuden al panteón a convivir con sus ancestros.
Naolinco fue una población totonaca. Está situado en la región central de Veracruz y se sabe que su primer nombre fue Tatomolo, que significa Cuatro movimientos. Sin embargo, Naolinco proviene del náhuatl que significa “Lugar de los cuatro movimientos”.
Los primeros registros donde se menciona a Naolinco como población datan de la segunda mitad del siglo XVI.
Bebidas y pan para despedir a los muertos
Cuando ocurre un fallecimiento la familia organiza en el hogar un velorio para realizar rosarios en honor al difunto. A los acompañantes se les ofrece una bebida caliente tras cada rezo, que generalmente es caliente, dado que impera un clima frío.
No puede faltar el tradicional té, que es un ponche de frutas típico de la zona, con manzana, tejocotes, piña, caña y guayaba. Se endulza con piloncillo, lo que le proporciona el color y sabor único.
Asimismo, se ofrece a quienes acuden a los rosarios café endulzado también con piloncillo y canela, además de galletas y el tradicional pan de huevo naolinqueño. En algunas ocasiones se ofrece chocolate, pero esta bebida solo es en ocasiones y tiene que ver con la situación económica de la familia.
Entre los acompañantes circulan cigarros y una bebida alcohólica, “un fuertecito”, cuando hay mayor solvencia en la familia los que se quedan a velar durante la madrugada reciben un trago de una botella, pero sí no hay aunque sea una cañita para “calentar los huesos”.
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La maestra Xóchitl Guadalupe Jiménez Zavaleta, naolinqueña y participante de todas las tradiciones de este Pueblo Mágico expresa que, tras la velación de los difuntos viene el novenario, que son básicamente los siguientes nueve días durante los cuales se realizan rezos en favor del fallecido o fallecida.
Durante ese proceso se estila que cada día se ofrece a los acompañantes algunas bebidas que podrían ser café, té, ponche y chocolate, que se acompaña con galletas y pan de horno de leña.
Ya el noveno día, durante el novenario la cosa cambia. Se hacen dos o tres rosarios. Tras culminar el primer roce se da un platillo que lleva un tamal, un pambazo relleno y un pan. Además de la bebida caliente. Para el siguiente rosario se puede dar un rompope y más café y ponche con pan.
Pan de leña, el tradicional
El pan de leña es parte esencial de la tradición naolinqueña y de sus ritos fúnebres. Lourdes Márquez Barradas, quien tiene uno de los hornos de leña tradicionales de esta población, cuenta que la enseñanza de la elaboración tradicional de pan fue la herencia que le dejó su madre.
El pan es uno de los productos con mayor prestigio de Naolinco y comenta que para cuando hay una velorio o novenario se elaboran piezas más pequeñas y sencillas, pero deliciosas.
El pan casero elaborado en horno de leña es parte esencial de un velorio o novenario tradicional.
“La familia acude a alguna panadería para pedir el pan para un acompañamiento cuando alguien fallece y nos piden que se haga más pequeño porque no todos tienen las mismas facilidades, pero es algo que no puede faltar y de leña porque es una forma de agradecer a los acompañantes”.
Tamales no pueden faltar
Los tamales de hoja de maíz de salsa roja de pollo o puerco son infaltables en cada novenario en Naolinco.
Las mujeres de las familias se unen para elaborar estas exquisiteces que se entregan a quienes acuden a acompañar a las familias en un momento de duelo y dolor.
En el caso de esta población se elaboran con masa, salsa roja, manteca, carne de pollo o cerdo. Se envuelven en hojas de maíz que son características de las milpas que se cultivan en la región.
Doña Clara Hernández explica que hacer tamales es una cuestión de familia. Generalmente se elaboran en grupo cuando se trata de un novenario.
Elaboran cientos de tamales en grandes ollas tamaleras. Su receta es la siguiente: en una cacerola de gran tamaño se colocan 10 kilogramos de masa para tamales y se le agrega una pizca de bicarbonato y de polvo para hornear.
Mientras se cocina la carne de preferencia, se corta en pedazos pequeños y se aparta el caldo que se le agrega a la masa. También se elabora la salsa al gusto. Se pone a hervir agua para colocar las hojas para que se remojen, laven y suavicen.
Se amasa la masa con el caldo de pollo y se condimenta con sal al gusto. Después se coloca la masa en las hojas y se le coloca la carne y salsa al gusto. Se envuelve y se coloca con cuidado en la tamalera. Se tapa herméticamente la olla y se coloca al fuego. Tras una hora aproximadamente después de que comience a hervir se checan si están cocidos. Después solo queda disfrutar.
Cercanos a la muerte
Sin duda que una de las tradiciones más arraigadas entre la población naolinqueña es La Cantada, que es una tradición prehispánica que consta de ritos de fe y cultura, para recordar a sus antepasados.
Por otro lado, durante las fiestas de Todos los Santos, las familias comienzan a picar el papel para adornar sus casas.
Cada primero de noviembre las familias naolinqueñas acuden al panteón municipal que luce repleto de adornos y belleza, es una fiesta para los difuntos de la zona, los grupos se preparan para comenzar las alabanzas a la virgen y a los difuntos de lugar, ese día Naolinco no duermen. Este día al panteón solo se llevan flores.
La profesora Guadalupe Jiménez comenta que muchos turistas que llegan en esta temporada a la zona malinterpretan, “esta tradición son alabanzas con gente local y con una tonalidad especial y única, que se lleva a cambio con todo respeto a los difuntos y que es parte de las costumbres cristianas y del mestizaje nacional”.
En las casas que tiene visitantes te ofrecen pan, tamales, un vinito o fuertecito, “muchos creen que llegan a ‘gorrear’, sin saber que La Cantada es una cuestión más religiosa.