Tomás Baños – El Sol de Tlaxcala
Al arrodillarse frente al altar, don Manuel Angoa Aguilar pidió al Todopoderoso que sea un buen temporal para el campo.
El campesino de origen otomí llevó una variedad de semillas de maíz del temporal pasado que cosechó para su bendición. “Nosotros tuvimos cosecha, pero en Huamantla las milpas se secaron, tendremos para comer los primeros meses y luego a comprar” afirmó.
La bendición de semillas de maíz, haba, chilacayote, frijol, amaranto y calabaza, comienza en la víspera, con un llamado armónico de campanas en San Juan Ixtenco.
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Justo al mediodía del primero de febrero el sonoro instrumento de 3.5 toneladas, recuerda al pueblo otomí que habrá un encuentro religioso.
Desde esa hora, algunos comerciantes venden canastas tejidas de raíz de árbol con romero.
El romero es un pequeño arbusto domesticado que crece en todos los hogares de Ixtenco, su inconfundible aroma, impregna toda la parroquia.
La tradición ancestral de llevar las semillas al templo católico, se arraigó por su Santo Patrón Juan El Bautista. “Dios aprieta, pero no ahorca, pidamos para que este año sea de bonanzas, cuidemos la atmósfera y evitemos los incendios”, expresó Mateo Domínguez Márquez, nuevo párroco de ese lugar.
En las canastas de diferentes tamaños, llevan semillas multicolores de maíz y la imagen del Niño Dios. Uno de ellos, llama la atención por su atuendo de indígena, con ropa bordada en pepenado.
La población está preocupada porque en el temporal anterior, la cosecha de granos se redujo al 30%, de acuerdo con la Secretaría de Impulso Agropecuario.
Los ejidatarios enfrentan cuantiosas pérdidas económicas; la ausencia de lluvias causó estragos en la tierra.
Decenas de hogares se quedaron sin el jefe de familia a causa de la enfermedad viral, las tierras ejidales están intestadas y no hay forma en que las instituciones apoyen.
Así como el 19 de enero, la feligresía de San Pedro Tlalcuapan, honró a San Sebastián Abad al llevar a sus animales al templo católico para que no enfermen de virus, así es como la población de San Juan lleva las semillas de colores de maíz a la parroquia.
En el templo se siente el temor a Dios, aunque los campesinos tienen fe y esperanza porque este año de nones, sea de dones. Un 90% de la población que supera los siete mil habitantes se dedica a actividades agrícolas y pecuarias.
Para seleccionar la semilla, los hombres del campo han dedicado varios días del mes de enero.
Ya que la producción de granos del ciclo pasado fue de pésima calidad, algunos productores -para sembrar-, echarán mano de semillas almacenadas con más tiempo.
Tamales y atole
Quince minutos antes de las ocho de la mañana de este jueves, los productores (mujeres y hombres) hicieron doble fila para las semilas recibieran la bendición del sacerdote.
Algunas mujeres ataviadas en enaguas, chal y blusas con bordados de pepenado. Al entrar a la casa de Dios, los hombres dejaron al descubierto su cabeza.
Y mientras el religioso celebra la misa en un templo repleto de feligreses, en la casa del mayordomo preparan atole agrio de maíz morado, tamales y el tradicional mole de matumba.
En el pueblo de Ixtenco, el día de la Candelaria se organiza con devoción, amor y fe.
Antes del mediodía, los campesinos regresan a sus casas a la espera de que las lluvias marquen el camino del ciclo de temporal. El primer paso, -pedir a Dios los alimentos-, está cumplido. La feligresía esperó de pie hora y media, antes de la bendición.
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