Se acerca el Equinoccio de Primavera que marcará el inicio de esta estación del año que nos recuerda que después del frío, el invierno y los días cortos, los árboles reverdecen, las jornadas diarias gozan de mayor luz solar y por lo general, nos evoca memorias de un inicio nuevo, de volver a empezar y llenan nuestros días de color.
En ese sentido, en Washington DC hay una tradición muy interesante que es el famoso Cherry Blossom (que no es otra cosa que el florecimiento de este árbol que se pinta de blanco y rosado durante unos días por sus flores) y que es todo un espectáculo. Y así, estas flores me recuerdan que la primavera es precisamente eso y por ello el día de hoy quiero hablar de las recomendaciones de vinos para esta primavera. ¿Cómo se imaginan ustedes los vinos para esta temporada? En mi opinión, tendrían que reflejar esta estación llena de color, como los cerezos, e imitar sus características frutales y llenas de aromas similares.
En primer lugar quiero hablar de vinos blancos y para ello pienso que una opción muy adecuada para esta temporada son aquellos producidos con la uva Sauvignon Blanc – y añadiría yo – que venga de Nueva Zelandia (en específico de la región de Marlborough).
Estos vinos tienen una intensidad aromática elevada con características cítricas, como limón, mandarina, toronja, lima; y con tonos también como de pasto recién cortado (ligeramente herbáceos). Se deben de tomar fríos y su perfil es perfecto para la primavera. Por su acidez elevada podríamos decir que combinan perfectamente bien con una ensalada de cítricos, por ejemplo. Otra opción sería un vino blanco hecho con la uva Gewürztraminer y cuyo aroma más característico es el del lychee (de Austria o de la región de Alsacia, en Francia) con mayor cuerpo, pero con una acidez más baja.
En segundo lugar, en cuanto a vinos rosados se refiere, en lo personal recomendaría alguno que sea espumoso. Puede ser el más famoso de todos que es la Champaña, pero también hay de otros países. Por ejemplo, en California, Estados Unidos, se produce vino espumoso de alta calidad en regiones específicas (como Carneros o Anderson Valley) que están hechos con el método tradicional y que resultan perfectos para la primavera, es decir, tendrán aromas y sabores frutales (cítricos y tropicales) y que por su nivel de acidez serán fáciles de maridar. Otro vino rosado que vale la pena probar sería el de la región de Tavel, en el sur de Francia, que tendrá también aromas intensos, un color más profundo y características de frutos tropicales (no espumoso).
Por último, si hablamos de vinos tintos y si queremos seguir con nuestra idea de tomar aquellos que tienen características frutales, se me vienen a la mente dos de ellos: el primero es el Beaujolais (de dicha región en Francia) cuyo proceso de vinificación incluye la maceración carbónica que le dará aromas de frutos tropicales, dulces y como de plátano; con color púrpura profundo, pero con taninos medios. Es perfecto para ser considerado un vino primaveral.
La otra opción que podríamos probar sería un vino hecho a base de la uva Merlot (que aunque hace unos años tuvo una crisis reputacional por culpa de una película en California), la realidad es que hay muchas opciones de esta cepa en diferentes países y que por sus características de intensidad, acidez y taninos medios, es perfecta por sus aromas y sabores como de ciruela y frutos rojos y negros.
La realidad es que la primavera es solamente un pretexto para seguir conociendo y explorando distintos tipos de vinos y de uvas, pero lo más importante es que podamos disfrutarlos y pensar que, así como las estaciones del año, siempre hay oportunidad de volver a empezar.
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