Cocinar es una actividad cotidiana que a veces puede absorber la mayor parte del día; la rutina de preparar nuestros alimentos puede desprender partículas contaminantes, que a pesar de ser prácticamente imperceptibles, impactan negativamente nuestra salud y la de nuestros seres queridos.
“La contaminación del aire implica la presencia de pequeñas partículas o productos secundarios gaseosos que pueden implicar riesgo, daño o molestia para los seres vivos que están expuestos a estos contaminantes”, nos contó David Hill, design manager en Dyson.
Y con la reciente noticia de que se activó la contingencia ambiental atmosférica por ozono en la Zona Metropolitana del Valle de México, es importante estar informado de las consecuencias que podría traer a nuestra vida la calidad del aire. Aquí te contamos cuáles son y cómo puedes contrarrestar sus efectos nocivos.
Una lista que podría ser más larga…
Contaminación ambiental: Intedya, la mayor firma internacional especializada en materia de gestión de riesgos y cumplimiento, explica que existen algunos metales pesados que contaminan los alimentos y forman parte de la corteza terrestre del planeta, por lo que su presencia es inevitable. Se trata de contaminantes altamente distribuidos por todas las regiones del planeta y su erradicación es muy compleja. Estamos hablando de arsénico, mercurio, plomo, cadmio y aluminio.
Aceite: Aunque no lo creas, este ingrediente de cocina también puede desprender hidrocarburos aromáticos policíclicos, los cuales provocan irritación de la piel y pueden incluso ser cancerígenos. Y estos contaminantes aumentan en el aceite de oliva, ya que se quema fácilmente. Por eso, es mejor optar por procesos como la cocción o la ebullición.
Materia particulada 2.5: También conocida como PM 2.5, es un contaminante que mide hasta 2.5 micrómetros, por lo que es invisible al ojo humano. Estas pueden tener diferentes orígenes, y en la cocina pueden generarse a través de actividades cotidianas como freír o quemar alimentos acuerdo con un estudio de la Universidad de Boulder. Además, después de procesos como la cocción, estas partículas pueden tener una concentración de 10 a 40 veces mayor que en otros momentos del día.
Malos olores: Además de los contaminantes que surgen del proceso de combustión en alimentos como pescado, chiles, ajos y cebollas hace que se desprendan malos olores, los cuales se impregnan en la ropa y en toda tu casa si no tomas las acciones necesarias. La recomendación es utilizar un purificador para eliminarlos.
“Un purificador de aire es el mejor aliado para combatir la contaminación externa que entra a nuestro hogar a través de ventanas y puertas pero sobre todo, para eliminar los contaminantes con los que convivimos diariamente como lo son los ácaros, emisiones industriales, partículas ultra finas, bacterias y moho, dióxido de nitrógeno, benceno, olores, compuestos orgánicos volátiles y polen”, explicó Hill.
Formaldehído: Este compuesto químico no siempre es perceptible, pero está presente en algunos solventes, pegamentos y pinturas que se utilizan en el ensamblado de algunos muebles de cocina, así como la quema de ciertos alimentos.
La exposición prolongada a este elemento puede causar daños serios a la salud, por lo que es importante mantener la circulación del aire para minimizar el riesgo de contacto.
Leña y carbón: A pesar de que este material se usa en algunos tipos de hornos o fogones, puede impactar negativamente tu salud. De acuerdo con datos recabados por el Banco Mundial, la exposición a un fuego de leña es similar a fumar alrededor de 400 cigarros por hora, además de liberar contaminantes como monóxido de carbono, especialmente si se queman residuos de alimentos.
Evita su uso en la medida de lo posible, y úsala de preferencia en espacios abiertos.
Gas: Uno de los combustibles más utilizados en nuestro país, puede causar molestias a corto plazo, como irritación de las vías respiratorias. Sin embargo, un estudio de la Universidad de Columbia Británica encontró que este material puede aumentar el riesgo de desarrollar artritis si se mantiene una exposición prolongada, por lo que es importante mantener la cocina con aire limpio en todo momento.
Moho: No importa si decides freír, hervir u hornear en tu menú diario, porque estas tres actividades desprenden vapor de agua. A la larga, éste se condensa, fomentando el crecimiento de hongos en las superficies de tu cocina, mismos que pueden generar alergias e incluso infecciones respiratorias. Asegúrate de limpiar este espacio con frecuencia y mantener la ventilación mientras cocinas para evitar que se condense el vapor.
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