En el corazón de la colonia Obrera, en la Ciudad de México, se erige un espacio dedicado a las mujeres trabajadoras: La onda del barrio, un comedor gastronómico que impacta por su fachada, pero más por su interior decorado con vistosos murales, jardineras colgantes, mesas de madera, herramientas de construcción y losetas con mensajes en pro de ellas.
Hace poco más de tres años, este lugar abrió sus puertas. De acuerdo con Nayibi Bastos, gerente de La onda del barrio, era un predio abandonado que poco a poco fue levantado hasta convertirse en una referencia en la popular colonia. “Nosotros comenzamos con esto desde cero, un terreno baldío”.
Y hoy no queda nada que recuerde a un sitio abandonado: los colores abundan, así como las frases y la buena comida.
La propuesta consiste en tres cocinas: La hornera (italiana), La parrillera (mexicana) y La panita (venezolana). “Nos está yendo muy bien con esta diversidad gastronómica y viene gente de todos lados a probar nuestra comida”.
Pero La onda del barrio tiene un pasado no muy lejano: “Antes se llamaba La mera obrera, y era atendido por puras mujeres”. En el marco de las protestas feministas, el negocio fue foco de señalamientos pues se pensó que apoyaban las manifestaciones de colectivos, “pero estábamos aislados de eso, (nuestro papel) era enaltecer la labor de la mujer”, afirma Nayibi.
Hoy, buscan reactivar el negocio y superar los problemas dejados por la pandemia, y convertirse en una buena opción en esta colonia con tanta historia en la Cuidad de México.
“Al abrir, tuvimos muchas visitas, luego vino la pandemia y bajó, ahorita nos estamos volviendo a levantar, la gente recuerda que cocinamos muy rico, que se la pasa muy bien, que es un sitio familiar y que pueden traer a sus mascotas”.
Esencia femenina
“Pensaron en hacer el concepto aquí porque la colonia Obrera es de mujeres trabajadoras, entonces quisieron enaltecer el trabajo de la mujer”, comenta la gerente, mientras se recarga en una de las 16 mesas de madera disponibles para recibir a los comensales.
La fórmula ya se ha hecho popular: el comensal recibe un menú y pueden elegir sus alimentos de una de las tres cocinas abiertas ubicadas a un costado del lugar.
Situada al fondo del establecimiento está La quita penas, la barra donde se prepara la coctelería. En la parte superior de la misma, un letrero grita fuerte: ‘Viva México, cabronas’.
Mientras llegan los platillos, se puede tomar algunas fotos en los murales o caminar por La onda del barrio y leer los mensajes en las losetas: ‘No es no’, ‘No veas putas donde hay mujeres libres’, ‘Si te pega, no te quiere’, ‘No soy perro, no me silbes’, entre otras frases, que todavía se alcanzan a ver en el desgastado o, diremos, caminado piso del lugar.
Pero algo más: en las 12 mesas largas de los costados (otras cuatro redondas corren al centro) pusieron frases: ‘Sólo se vive una vez, pero si lo haces bien, una vez es más que suficiente” (Mae West); ‘No nacemos como mujer, sino que nos convertimos en una’ (Simone de Beauvoir); ‘La pregunta no es quien me lo va a permitir, sino quien va a detenerme’ (Ayn Rand).
Algunas partes del sitio están en tabique en bruto, para recordar la colonia donde se asienta la propuesta, así como adornos con herramientas propias de la construcción. Las lámparas colgantes, por ejemplo, son tinas de lámina y las manijas de las puertas de los baños son martillos.
Por todas estas características, visitar La onda del barrio es una buena opción: la comida es buena, el ambiente ameno y la experiencia te llevará a tomar fotos y compartirlas en tus redes sociales. Además, es un espacio abierto y pet friendly.
“El futuro espero que sea bien próspero. Tenemos las puertas abiertas para todo público”, concluye Nayibi Bustos, mientras mira un mural de puras ‘mujeres cabronas’.