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Sabor de raíces y temporada en el corazón de Polanco: así es comer en Sendero

Sendero es un recordatorio de que la gastronomía hotelera también puede ser un espacio de creatividad, de tradición y de disfrute genuino.

Hay que perderle el miedo a los hoteles. Entrar a uno no debería ser sinónimo de eventos corporativos ni de un café de paso en el lobby. Si estás por Chapultepec, cerca del Auditorio Nacional o simplemente con hambre de algo bien hecho y con sazón local, vale la pena caminar unos pasos más y detenerte en Sendero, el restaurante del JW Marriott Hotel en Polanco. No necesitas estar hospedado para dejarte consentir.

Comer sin hospedarse, la nueva consigna: En palabras de Rodolfo Mercado: “Este restaurante no es sólo para huéspedes. Está pensado para la gente que vive en la Ciudad de México, para quien busca nuevas experiencias de sabor, para quienes van al paseo ciclista, a correr o visitar museos”.

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Este espacio gastronómico —pet-friendly, con terraza, sofisticado pero sin pretensiones— ha renovado su carta de verano con una propuesta de ingredientes locales y sabores muy mexicanos, sin dejar de mirar a Latinoamérica. Su chef ejecutivo, Rodrigo Sánchez, lo explica mejor: “Nos sentimos con la responsabilidad de esta cocina mexicana, porque muchos huéspedes no tienen la posibilidad de ir a mercados o a un puesto callejero. Entonces traemos esos sabores aquí, la cocina de mercado, la de leña, la de nuestras abuelas”.

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Chef ejecutivo, Rodrigo Sánchez | Fotos: Brenda Marquehoyos & Cortesía

Qué probamos y recomendamos

La propuesta de Sendero no es casual. Cada platillo tiene una raíz emocional, una memoria detrás. Rodrigo Sánchez, oriundo del Estado de México y con raíces tlaxcaltecas, afirma que parte del alma del menú viene de ahí, de las comidas familiares, del buen maíz y los elotes en temporada. “Los elotitos baby con salsa macha de charales son muy importantes para mí por la parte de la familia de mi mamá, ellos son del estado de Tlaxcala, entonces nos juntábamos siempre en la época de lluvia, en la época de las elotadas”, cuenta.

Sí, probamos los famosos elotes baby y superan expectativas: tiernos, con alioli de morita, y esa salsa macha que los vuelve adictivos. También nos emocionó el pollo lechal en mole verde, suave, glaseado, con brotes frescos del huerto que tienen en el mismo hotel. “Ese mole me recuerda a cuando mi abuela me lo hacía en mi cumpleaños”, dice el chef. Y es que más que recetas, lo que aquí se sirve son evocaciones comestibles.

La verdad es que exploramos una selección variada de platillos que reflejan tanto la raíz mexicana del chef como su visión contemporánea de la cocina. Cada uno tuvo su momento:

-Ceviche de hongos: Setas en limón, cebolla morada, pepino, aguacate y aguachile cremoso de serrano. Jugoso, fresco y con un punch vegetal que no extraña al pescado.

-Pozole rojo con pork belly: Caldo profundo de chiles secos, maíz en su punto y trozos suaves de pork belly. Reconfortante sin ser pesado, ideal para quienes buscan tradición con técnica, (de nuestros favoritos).

-Tostada de vegetales: Vegetales encurtidos sobre hummus de frijol. Fresca, con buena acidez y textura crujiente.

-Tostada de atún: Atún aleta azul sobre tostada de maíz, aguacate y salsa macha de tortilla. Mar y maíz en un bocado preciso.

-Aguacate tatemado con escamoles: Delicado y untuoso. Las texturas contrastan y se equilibran entre lo cremoso del aguacate y la firmeza de los escamoles.

-Flautas ahogadas: Clásicas, con rellenos a elegir entre pollo, papa o cochinita. Cremosas, con buen punto de salsa y queso fresco, un plato directo al antojo.

-Postre, flan con helado de cardamomo: Suave, aromático y equilibrado en dulzor. El helado especiado aporta un cierre elegante y distinto.

-Bebida recomendada: limonada de frutos rojos: Refrescante y ligera, pensada para acompañar un menú fresco sin robar protagonismo.

Menú de Sendero | Fotos: Brenda Marquezhoyos.

Qué más tienen para los comensales

Además de su carta, Sendero ofrece experiencias inmersivas. Está el “Mapa Culinario”, un menú degustación de seis tiempos que viaja por platos representativos de Latinoamérica (Colombia, Brasil, Perú, México), maridados con vinos de Casa Madero. También existe la experiencia “Sendero de Sabores”, donde el chef imparte clases privadas de cocina para grupos reducidos.

El gerente de marketing de Marriott, Rodolfo Mercado Oropeza, describe bien la filosofía de Sendero: “El restaurante rinde homenaje a quienes trabajan la tierra. Desde el mural de Carlos Segovia en el salón principal hasta el uso de ingredientes como el epazote, guansontle y los productos del huerto propio. Aquí todo busca conectar con lo que somos”.

También hay que hablar del Taco Bar, disponible todos los días de 18:30 a 20:30 h. “Los huéspedes lo han adoptado muy bien, porque les recuerda a un tianguis. Se levantan con su plato, eligen sus guarniciones, se arman su taco, se lo sirven a su gusto”, cuenta Rodrigo. Hay tacos de chile relleno, de fideo con res, suadero, camarón estilo baja, campechanos, entre otros. Todo pensado para que, con una cerveza oscura en mano, el comensal sienta que se transporta a un mercado sin salir del hotel.

Mural & Huerto | Fotos: Brenda Marquezhoyos.

Mural “El sayo de la Tierra”

Una obra del artista urbano Carlos Segovia, “Sego”, conocido por su trabajo en espacios públicos y hoteles de todo el mundo. La pieza representa a un hombre del campo que abraza una garza —símbolo de respeto y comunión con la naturaleza—, mientras en su brazo se dibuja una herida, muestra del esfuerzo físico que implica trabajar la tierra. Una guirnalda de epazote lo corona, y lo rodea un follaje de guansontle, ambas plantas fundamentales en la cocina mexicana.

El mural hace una alusión directa a la historia de Polanco como zona lacustre y textil, conectando también con los cojines y lámparas del restaurante que evocan tejidos de gusano de seda y fibras naturales. Así como los ingredientes locales decoran los platos, este mural los celebra con pigmentos.

Fotos: Brenda Marquezhoyos.

Huerto a la vista

Desde que cruzas la entrada del JW Marriott y avanzas hacia Sendero, hay algo que llama la atención más allá del diseño elegante o la terraza abierta: un huerto vivo. Sí, en pleno corazón de Polanco crecen —y se cosechan— las hierbas y vegetales que terminarán en tu plato.

Visible desde la terraza del restaurante, este pequeño ecosistema urbano es más que ornamental. “Usamos lo que cultivamos. Para los moles, por ejemplo, tomamos rabo de zanahoria, eneldo, lechugas. Las guarniciones llevan nuestras mentas, el romero, el cilantro. Incluso las infusiones que ofrecemos por la tarde provienen del huerto”, explica el chef Rodrigo Sánchez.

La terraza —ideal para desayunos, comidas o cenas al aire libre— es también un punto de encuentro entre el comensal y el ingrediente, sin intermediarios. Aromáticas como el toronjil, el epazote o la salvia están ahí, respirando al ritmo de la ciudad. Este espacio refuerza el mensaje que Sendero busca compartir: comer bien es volver al origen. Y si ese origen está al alcance de la vista, mejor aún. 

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