En esta columna mucho se ha hablado de cómo los chiles y el picante son parte fundamental de nuestra cultura como mexicanos. Hay chile en los chilaquiles del desayuno; en el antojo del medio día y por si fuera poco también en la salsa de los taquitos nocturnos. No nos podemos definir sin mencionar cuánto amamos el picante en nuestro país. Sin embargo, el tiempo pasa y los cambios generacionales se vuelven cada vez más marcados y evidentes. Que si los boomers, los millennials, la Gen Z; todos aquí cabemos en una de estas categorías, y al parecer cada vez se vuelven más polémicos los contrastes entre cada uno de los grupos generacionales, en mi opinión debido a los rápidos avances de la tecnología, que hacen ver a cada generación anterior como iletrados tecnológicos en relación a los niños y nuevas generaciones de hoy en día.
Pues bien, el picante no está exento de los cambios generacionales y las nuevas tendencias de consumo. Prueba de ello es algo que quizás no conoces por nombre, pero que seguramente lo has probado, me refiero a la tendencia conocida como Swicy.


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¿Swi… qué?
Swicy, la mezcla de sweet y spicy, es decir dulce y picante; y es una tendencia que está arrasado en supermercados, menús de restaurantes y redes sociales no solo en México, sino en todo el mundo.
Y aunque quizás el mundo lo está descubriendo y adoptando, en México se trata de una forma de consumir picante que no es nada nueva, simplemente se nos presenta con un empaque global y un nuevo nombre.
Si alguna vez has probado un manguito con chamoy en la calle, te has comido unos arándanos enchilados, o un chocolate con chile pasilla, ya has vivido el swicy antes de que se volviera tendencia global, sí en términos del picante vamos más de un paso por delante que muchos. Pues resulta que hoy, gracias a la generación Z, gente nacida aproximadamente entre 1997 y 2012, el swicy se ha ganado el estatus de tendencia global.


Mucho de esto es alimentado por un particular gusto que esta generación siente por lo extremo y por lo distinto, buscan ser sorprendidos a través de lo que experimentan: el placer del dulce con el shock del picante. Una dualidad sensorial que se convierte en una experiencia emocional. Y bueno, bien por los otros que descubren ahora esta combinación, para los mexicanos no es más que otro paseo por el jardín.
Algunos ejemplos de cómo el mundo abrazó está tendencia es el lanzamiento de dos bebidas que incluyen chile en polvo que la famosa compañía Starbucks hizo hace algún tiempo en nuestro país: Spicy Mango Dragonfruit y Spicy Strawberry Açaí. Sí, hasta la empresa se vió tocada por la tendencia swicy globalmente.
No es el único ejemplo, ni tampoco México es el único lugar en donde esto pasa. En Estados Unidos se ha vuelto cada vez más común encontrar las Hot Honey, mieles picantes; mismas que se utilizan sobre todo para acompañar pizzas, pollo y hasta helados.
Siguiendo en Estados Unidos, la famosa marca de salsas Tabasco, lanzó su salsa Sweet Habanero, una salsa que conjuga el picor del habanero con un toque dulce que contrasta los sabores.


Incluso cadenas de comida rápida como Popeyes o Wingstop incluyen dentro de sus opciones de glaseado spicy maple o honey sriracha.
En lugares en donde incluso el picante no ha sido tradicionalmente abundante gastronómicamente hablando, existen innovaciones swicy que se abren paso exitosamente en el gusto de las personas. Por ejemplo, en Japón la compañía Kitkat ha lanzado una versión de chocolate negro y picante, algo innimaginado hace tan solo algunos años en aquel país.
En este punto es importante dejar algo en claro, México no es el único país en el que el swicy, no representa nada nuevo. Por ejemplo, en India los Chutneys, condimentos agridulces elaborados con vinagre, frutas y especias, han sido tradicionales desde hace siglos, siendo especialmente relevantes el Chutney de mango y de tamarindo.


“Me parece un fenómeno que podría ser fácilmente tachado de apropiación cultural, sobre todo en estos días donde al mínimo intento de evolución se le tacha de ello”
— Fernando Dávila
Por supuesto, hay quienes miran con desconfianza este fenómeno. Personalmente el principal problema que le veo a esto no está relacionado con la dilución del picante frente al dulce, como algunos puristas del picante opinan; sino que más bien me parece un fenómeno que podría ser fácilmente tachado de apropiación cultural, sobre todo en estos días donde al mínimo intento de evolución se le tacha de ello. Sin embargo, es difícil al mismo tiempo mostrar oposición y presentar toda una argumentación al respecto cuando históricamente la cultura mundialmente se ha desarrollado de formas similares, desde los antiguos griegos y más allá, hasta nuestros días. Siempre una idea se transforma y evoluciona, de forma que se adapta y se suma gradualmente a la sociedad hasta que se le considera como normalidad. Por ejemplo, el chamoy, que tiene su origen no aquí, sino en Japón, siendo nosotros quienes le añadimos el picante.
¿Cuál es tu opinión al respecto? ¿Te gusta que el mundo adopte al picante de esta forma? ¿Hasta dónde crees que llegará? Nos encantaría saber tu opinión al respecto y así poder crear conclusiones más amplias. La próxima vez que veas por la calle a alguien comiendo un mango con chamoy, piensa qué lejos ha llegado este sencillo placer.
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