Esta primavera cumple ya su primer mes, parece que era ayer cuando estábamos alegres por saber que por fin el invierno quedaba atrás y se venía la época de ver florecer los árboles y el frío daba paso a un calorcito rico. Y si bien ese calor no se ha presentado aún con la intensidad con la que ya causaba sus estragos para estás mismas fechas del año pasado, no debe de tardar mucho en hacer su aparición, sino es que para el momento que estás leyendo esto, ya lo haces tratando de huir del calor intenso.
Con la llegada del calor, también hacen su aparición aquellos infaltables sabores que son nuestra dosis de frescura y alegría para complementar toda la belleza de esta temporada; viene a mi cabeza aquella imagen común en nuestra ciudad en la que un vendedor callejero de fruta, corta con maestría un delicioso mango dándole esa forma “floreada” para después insertarlo en un palito de madera y así el feliz cliente pueda sostener este colorido regalo de los dioses gastronómicos. Pero ¿qué sería de ese manguito sin su buen baño de chilito en polvo? Y si es con limoncito, mucho mejor.
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Preparaciones de referencia
O que tal un buen aguachile absolutamente fresco, ácido, picante y lleno color; ¿no es acaso este plato una perfecta forma de refrescar el cuerpo y el espíritu? Un verdadero manjar que complementa perfectamente el primaveral calor de cada año. Y bueno, un aguachile sin chile, sería un error hasta conceptual.
Qué me dicen de un buen pico de gallo, o una salsa cruda de tomate para acompañar unos buenos taquitos caseros. ¿O qué tal unas jícamas con limón y chilito?
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En primavera florece la intensidad, y bueno, pocas cosas tan intensas refrescantes y placenteras como una buena enchilada.
— Fernando Dávila, Experto en picante
Si bien la primavera es alegremente recibida en todo el mundo, nosotros los mexicanos además la recibimos con todo un abanico de platillos y sabores en los que por supuesto el chile simple y sencillamente no puede faltar. Esa combinación de sabores bastante mexicana en la que el picante y la acidez del limón son prácticamente omnipresentes cada cosa que comemos.
Parecería que la primavera y el picante trabajan en equipo para reafirmarnos año con año lo bien que van cuando se juntan, despiertan en nosotros el hambre, el cuerpo y las ganas de sudar por una o por otra razón. Si el picante fuera una estación del año, sería sin la menor duda una calurosa primavera que te reaviva y energiza para marcar el final del invierno.
Y aunque parezca contradictorio, combatir el calor con más calor es una vieja técnica para regular nuestra temperatura corporal.
Primavera a la mexicana
Y si, parece una paradoja, pero piensa en esto: tienes calor, comes algo picante, el picor te hace sudar y con el sudor regular tu temperatura corporal ¡Bingo! Negocio cerrado. Al consumir picante no solo estás satisfaciendo tus instintos por jugar con tus dolores y placeres, sino que también estás ayudando a tu cuerpo a balancear su interacción con el ambiente caluroso. Durante la primavera los colores nos rodean, las sensaciones se multiplican, el cuerpo se activa y buscamos sensaciones que nos hacen sentir más vivos, y bueno ¿qué puede ser más “vivo” que una buena enchilada?
La primavera en México sabe a manguito con chilito en polvo, sabe a cervecita escarchada con chamoy, sabe a pico de gallo recién hecho. Es la temporada en la que por la calle vemos las manchas de salsa y chile en las camisas de grandes y pequeños; la temporada en la que los labios se nos pintan de rojo y en la que aspiramos aire con la boca buscando refrescar nuestras pupilas para reducir el picante en nuestra boca.
En primavera florece la intensidad, y bueno, pocas cosas tan intensas refrescantes y placenteras como una buena enchilada.