Mucho se ha dicho sobre las preferencias que la gente tiene sobre el vino. Hay muchos mitos alrededor de ellos y hoy vamos a revisar algunos de estos y daré mi opinión al respecto. El primer mito del que hablaremos son las preferencias que los hombres y las mujeres tienen sobre el vino. Se dice que las mujeres prefieren el vino blanco (o rosado) y los hombres el vino tinto. Si bien esto dice el mito, la realidad es que ambos prefieren el vino tinto, según algunos estudios y en todo caso, este mito lo atribuyo más a una mera convención social.
No existe alguna razón alguna de porque las mujeres deberían tomar vino blanco sobre tinto, pero como información de contexto, podría mencionar que las mujeres son mucho más sensibles a los diferentes aromas y sabores en la comida, incluido el vino, y por lo cual no necesitan los niveles de estructura diferenciada que los hombres requerimos para identificar estos perfiles. Los vinos blancos y rosados pueden ser extremadamente complejos e intrigantes, y en todo caso, podría deberse a que la acidez en ellos es generalmente más palpable, pero fuera de ello, este mito es eso: un mito solamente.
El segundo mito del que hablaremos hoy son las estaciones del año: se dice que los vinos blancos son para el verano y los tintos para el invierno, ¿es cierto? Esta creencia tiene fundamentos en la realidad, puesto que los vinos blancos, como mencioné en el punto anterior, tienen una acidez mucho más palpable y por su estructura aromática y composición, se deben tomar fríos (o ligeramente fríos, dependiendo del tipo de vino).
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En ese sentido, son mucho más refrescantes debido a dicha acidez y a la temperatura a la que se deben de consumir, mientras que los tintos requieren menor temperatura y por su estructura tánica, generalmente van acompañados de platillos más fuertes que suelen asociarse con la estación invernal. Si bien no hay una regla escrita para tomar vino blanco o tinto en invierno o verano, la realidad es que la temperatura y el clima afectará en gran medida el vino, dependiendo el ambiente en el que lo consumimos. En consecuencia, este mito está un poco más cerca de la realidad, porque la temperatura incorrecta podría afectar el vino por completo.
El tercer mito del que hablaremos hoy es del tipo de comida. Si bien ya lo hemos dicho en ocasiones anteriores, este es quizá el mito más interesante de todos. Los vinos blancos deben acompañar los pescados y mariscos, y los tintos a las carnes rojas. En general tiene una parte de verdad y el mito tiene fundamentos en la realidad. Pero debemos saber que lo más importante en esta ecuación no es el tipo de comida, sino el perfil de acidez y sal que tiene cada cosa.
Los alimentos salados y ácidos harán que el vino sepa menos ácido, y por lo contrario, los sabores de umami (como champiñones) y los sabores dulces harán que el vino sepa más ácido. En ese sentido, sabiendo estas combinaciones, es posible maridar vinos blancos y tintos fuera de la generalización (por ejemplo un Pinot Noir con salmón, o un Rioja Blanco con pasta blanca o con pollo rostizado). En fin, las combinaciones serán amplias.
Así como aquí mencionamos estos tres mitos, hay muchos más en torno al mundo del vino. Lo importante es que lo veamos con ojos críticos y sepamos identificar qué cosas son realidad, cuales son convenciones sociales y cuales son meramente eso, un mito. ¡Nos leemos pronto!