Concepción Ocádiz
Esta temporada es propicia para que se vendan lo que muchos llaman “un verdadero manjar”. Sí, se trata de esos gusanitos rojos, que ofrecen en tramos carreteros de la región, los chinicuiles, parte de la gastronomía hidalguense; tienen una base histórica, se dice que los aztecas los consideraban un verdadero manjar, refiere Susana Gómez Meléndez, licenciada en Gastronomía.
Hidalgo tiene una gran cantidad de insectos, hongos, flores, y gusanos que pueden comerse, asevera: “Los chinicuiles no son los únicos que la gente disfruta, también están los gusanos de maguey y escamoles”.
El valor nutrimental de los gusanitos rojos, recuerda, es alto y es de gran aporte para quien consume: “en la carrera igual nos enseñaron datos importantes como que puede dar entre las 600 y 800 kilocalorías por cada cien gramos que se consuman de estos gusanitos, en comparación a la carne que apenas aporta unos doscientos. Son alimentos muy sanos”.
Añade estar orgullosa de promover la gastronomía mexicana y es precisamente una salsa de chinicuiles la que enseña a preparar: “Es importante tener un molcajete con su tejolote que además están elaborados con piedra volcánica”.
También en Puebla, en el tianguis de San Martín Texmelucan además de ropa, calzado y otros productos textiles, se pueden dar el lujo durante los meses de agosto, septiembre y octubre de adquirir los chinicuiles por pieza, por docena o por litro, mismo que tiene un precio mil 200 pesos.
Por otro lado, la señora Susana Pacheco, originaria de Calpulalpan, Tlaxcala, durante la temporada se le puede ver todos los martes sentada y sobre una mesa ofreciendo este gusano de mariposa, de unos dos centímetros de largo, de color rojo, el cual está vivo.
“Por docena 35 pesos, te puedo vender un cuarto, medio o un litro. El litro de chinicuil te lo dejo a mil 200 pesos”, le dice la señora a una persona que preguntó el precio.
Los tomates y chiles verdes previamente lavados y desinfectados se ponen sobre un comal caliente al igual que los gusanitos rojos para asarlos o tostarlos según el sabor que se desee. Paulatinamente se van colocando los ingredientes y los movimientos de la mano deben ser a la hora de preparar la salsa, de molcajetear despacio el ajo, la sal, los chiles, los tomates y al final los chinicuiles y si hay pulque de la zona de Singuilucan, mucho mejor.
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“Pueden disfrutarse con una tortilla calentada en comal, con unos frijolitos o huevo, con una carne asada. El resultado siempre depende de la sazón de cada uno, pero teniendo los ingredientes principales, es por demás delicioso”.
Comenta que es una de las salsas más caras que pueden encontrarse en un restaurante hasta unos 400 pesos depende del lugar y un molcajete chico, pero comprar los ingredientes y hacerla en casa no va más allá de unos 150 pesos solo si se ocupan unos diez gusanitos.
Es que el precio de los igualmente conocidos como chilocuiles es elevado una docena en 100 pesos en promedio, pero hay que estar atentos sobre todo porque hay quien los vende ya tostados o refrigerados y pierden el sabor, “lo importante es conseguirlos frescos, recién extraídos de la base de maguey”.
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Es de reconocerse la labor que hacen muchas personas sobre todo que llegan del Altiplano a la región Tulancingo o que buscan mercado en otros puntos del estado y hasta del Estado de México, se apuestan en carretera para ofrecerlos, finalizó.