Por Violeta Huerta
Con una tradición de más de 150 años, cinco generaciones de la familia Cruz, originaria de San José Los Amates, se han dedicado a elaborar palanquetas, y es la región más antigua del Estado de México con esa actividad.
La galera, el espacio donde don Salomón Cruz Acosta cada día llega a elaborar sus palanquetas, recibe a los visitantes con olor a dulce: la miel que hierve en un cazo de cobre y llena el espacio de calor y de aroma que invita a probar ese producto. Lo acompaña y ayuda su hermano Abacuc. Las palanquetas de este municipio son famosas, se venden en varios lugares y reúne los requisitos de los más exigentes: un artículo orgánico, natural y artesanal que la gente ha hecho famoso.
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El mundo de la palanqueta
La palanqueta se elabora a base de piloncillo y cacahuate. David Cruz, sobrino de don Salomón y de don Abacuc, platica cómo se hace: usan un cazo de cobre a temperatura alta donde se coloca el piloncillo, se hace la miel, y en el “momento exacto” se agrega el cacahuate. Se saca del fuego, se bate hasta que el color queda uniforme, se pasa a una mesa y se llenan los moldes de madera, llamados marquetas. Todo el proceso es a mano y con la mezcla muy caliente. Después de colocarla en los moldes, con una plancha antigua se alisa, se saca y las barras de diferentes tamaños se dejan secar todo un día, pero si el clima es húmedo podría tardar un poco más.
Cada día, don Salomón y su hermano tienen jornadas de 8:00 de la mañana a 6:00 de la tarde y descansan un día a la semana. “Si no conoces nada de esto sí es complicado, pero hay quienes llevan años, prácticamente toda su vida; mi abuelo lo hacía, mi tatarabuelo lo hacía. Naces en este mundo de la palanqueta, del dulce y quieras o no vas aprendiendo, aunque no te aboques a hacerlo”, narra David. Admite que muchos jóvenes ya no se dedican a eso, pero confía en que a las siguientes generaciones de su familia les interese y sigan con la tradición.
La evolución de la palanqueta
Afuera de la galera, como llaman al taller de elaboración, hay un horno de piedra y máquinas antiguas llenas de historia donde hace décadas se tostaba el cacahuate y se limpiaba. Antes esa semilla se sembraba en el municipio, pero como ya no hay quien lo trabaje, ahora la traen de Morelos. La primera palanqueta era del tamaño de un adobe y color café, pues se elaboraba con piloncillo y miel de abeja, pero como era más caro, don Salomón innovó en sabor y tamaño, y creó moldes. Al principio, a la gente no le gustaba porque decían que el color era de chile. Buscaban las de color café, pero bastó que las probaran para que las adquirieran, narra David.
La mejor palanqueta es de Los Amates
“Muchos no conocen esta palanqueta, conocen la que es oscura, de azúcar quemada, nosotros la hacemos natural. Es un producto de calidad, por eso seguimos vendiendo. Vamos a las ferias a vender, en algunas nos va bien, en otras no tanto”, explica David. También pide que cuando los vean les compren, llama a no regatear. Para esta familia el secreto es claro: la mejor palanqueta es de Los Amates y aunque compiten contra Chalma y Guerrero, la suya, aseguran, es la mejor.
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